Metodología Misionera ML
Desde 1908, en la excursión realizada a Guapá, la Madre Laura Montoya intuyó y puso en práctica el método que se había ideado para la catequización de los indios, el cual se afianzó en el trabajo posterior en la fundación de la Congregación y en el dejarse llevar por la acción de Dios, a quien amó intensamente y sirvió en el hermano, sobre todo al más débil y necesitado, al indígena. De ahí surgió su estilo de trabajo, que ella misma resume en la Autobiografía: “(…) la única forma que yo creía que aseguraba el fruto, que es la que he expuesto, es decir, viviendo la misma vida de ellos y buscándolos por el amor y la ternura maternal (…) recorríamos las selvas unas, mientras las otras oraban y trabajaban en la casa. Hallábamos los indios, los curábamos, les enseñábamos, los bautizábamos, los cuidábamos en la casa o donde fuera posible, aun dentro de sus cuevas” (Cfr. Montoya, 1991, pp. 287-288). De manera que el método, impregnado de compasión, especialmente con los indígenas, fue un sentimiento predominante, manifestación también de su vocación a la santidad.
Adentrarse en la práctica del método evangelizador de Santa Laura da la oportunidad de constatar que compartir la fe en estas nuevas comunidades de empobrecidos y con vivencias socio-culturales y humanas tan diferentes a la propia, lejos de ser una amenaza de invasión, se convierte en una actitud de acercamiento, de estar junto a la población, insertas, itinerantes, respetuosas y acogedoras.
En este sentido, el primer grupo de Censores que han estudiado los escritos de la Madre Laura, refiriéndose a „Brochazos?, publicado bajo el título de „Aventura Misional de Dabeiba?, dice: “(…) finalmente ponderando la típica pedagogía misionera de la Sierva de Dios y de la misma Congregación, no dudamos en calificar el espíritu misionero (…) como el más ilustre entre los ilustres. Ojalá la obra de la Sierva de Dios llegue a las manos de todos los misioneros”
Origen del método misionero
En la gestación de ese nuevo modo de vivir la misión, de evangelizar, existen un cúmulo de situaciones, realidades y sentimientos que urgen una respuesta al llamado divino. Se pueden enunciar algunos:
- La experiencia que tiene Laura de la paternidad de Dios.
- La experiencia del Jesús Sediento y el llamado a calmar su Sed.
- El conocimiento de la dura y difícil realidad de los indígenas, adquirido por testimonios, por escritos que llegan a sus manos, por noticias, sufrimiento que provenía por su cultura distinta, exclusión y persecución por ser diferentes y pobres.
- La formación humana cristiana que recibió en su hogar la sensibilizó ante el sufrimiento ajeno, ante el dolor, la pobreza, la humillación.
- La experiencia del Bautismo, fuente de reconocimiento de la dignidad humana como fruto de la filiación divina. Ser hija/o de Dios lo considera como la mayor expresión de dignidad humana.
- La compasión, fue la manera de expresar su fidelidad a Dios, fundamental en su proceso de santificación.
Finalidad del método
La finalidad del método evangelizador empleado por Santa Laura era generar en el indígena la conciencia de su dignidad humana, que se conociera y reconociera sus potencialidades como ser humano, hijo de Dios, capaz de acoger gratuitamente el mensaje del Evangelio, a lo cual estaban encaminados los diversos medios a su alcance. En definitiva, buscaba que el indígena experimentara el amor y la ternura de Dios.
En una entrevista con el entonces presidente de Colombia, el doctor Eduardo Santos, la Madre Laura responde a la pregunta: “… ¿cuál es su programa Madre? - “Hacer de los Indios ciudadanos para las dos patrias: la terrena y la del cielo”, manifestación clara de su programa apostólico con los pueblos indígenas (Cfr. Revista Almas, Bodas de Oro, mayo de 1964, Nº 300, p 74).
Aplicabilidad del método misionero de Laura Montoya en el contexto actual de la Iglesia
Con su método evangelizador, la Madre Laura nos invita a todos los participantes en el Congreso Misionero, a revisar la manera cómo hacemos presente el Reino de Dios en los distintos contextos en donde trabajamos para llevar la Buena Noticia. Ahora bien, las Misioneras hemos compartido el método que ella utilizó, mas, con humildad reconocemos que estamos lejos de vivirlo con la radicalidad evangélica que se requiere. No obstante, desde lo anteriormente compartido, nos atrevemos a proponer algunos aspectos que pueden ayudarnos a fortalecer el espíritu misionero que el mundo necesita hoy:
- El encuentro existencial con el Señor en la oración, a través de la contemplación de la naturaleza, la realidad social, los pobres (indígenas, afros, marginados), como lugar teológico.
- Escucha y valoración del „otro?, del diferente.
- Asumir la evangelización mediante el proceso de inserción: geográfica (estar en), social (actuar con), mental (pensar como) y espiritual (sentir como), y evitar el intervencionismo e injerencia arbitraria.
- Tomar en serio la espiritualidad propia de los pueblos, conocerla, valorarla y con ella enriquecer la propia espiritualidad. (Hoy, esta espiritualidad es valorada en los documentos eclesiales Puebla, Santo Domingo, Aparecida, mensajes papales, DEMIS, ETNIAS, entre otros.). Esta espiritualidad frente a los métodos de evangelización de las iglesias particulares, ¿qué espacios tiene?
- Coherencia entre vida y enseñanza (testimonio), “Cada cosa que enseñábamos, la veían antes practicada o reflejada, como la bondad de Dios”, al punto de poder decir “¡Así es Dios y más!”.
- “Templar los instrumentos”, desde la formación, para poder asumir las dificultades y sufrimientos que provienen del compromiso misionero.
- Vivir con radicalidad la pobreza evangélica: „Superar a los destinatarios de la misión, en la forma de vida, es, de alguna manera, alejarlos?.
- Santa Laura nos insiste: Para la evangelización „no hay días, ni horas, ni lugares fijos. Lo mismo se enseña domingo que lunes, en la mañana que en la noche, en el salón, que en el patio, en la trocha que en el bohío o en la cocina; a todos los miembros de la familia: niños, mujeres, jóvenes y ancianos. Todo está en aprovecharles la oportunidad a los discípulos?.
- Integrar en nuestra vida misionera la contemplación y la acción, como Santa Laura lo hizo en la cotidianidad.
- La obra evangelizadora estuvo estrechamente unida a la educación como medio de promoción y realización de la persona-comunidad, por lo que nos interpela a no desligar los procesos educativos de la obra evangelizadora.
- Sentirnos identificados con la sed del Crucificado, con el “SITIO”, en las necesidades, persecuciones, calumnias, los desplazamientos, los sufrimientos, de los empobrecidos, para ser presencia de Cristo Salvador en el mundo.
- Sentir el dolor de la creación, sus gemidos, y ser solidarios desde el respeto y cuidado del medio ambiente.
- Desde su ser de mujer valoró la ternura y la capacidad de darse en la creatividad, la audacia y tenacidad, con lo que nos invita a re descubrir los nuevos escenarios, los sujetos emergentes de la misión, a descender a las „nuevas galileas?.
- Reconocer las heridas del Crucificado, en los indígenas, afros y empobrecidos de la tierra, a ellos dedicar la vida para transformar la cruz en signo de resurrección.
Los escritos de Santa Laura nos retan a la sistematización de las experiencias misioneras de la Iglesia, utilizando las nuevas situaciones y tecnologías para el anuncio del Evangelio, y para que se asuman las leyes que benefician las etnias, su dignidad, derechos y valores culturales.
La santidad de la Madre Laura es hoy para los misioneros, para los cristianos, un llamado al servicio con espíritu de misericordia y compasión en medio de la comunidad, en la que se propicie la transformación de las personas, con la vivencia del perdón, la reconciliación, la justicia y la paz.
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